Un olor a magnolia invadía el ambiente junto con los truenos lejanos de la tormenta tropical.
No sé porqué abrí los ojos y le vi, sin saber si era el resultado de mi mente calenturienta, o de los sueños hechos realidad.
Mi pie, junto a sus manos: él, acariciando la cima voluptuosa del empeine, recorriendo con la lengua la largura de mis pantorrillas y muslos hasta la entrepierna.
Me miró, cómplice, amigo, lascivo, seguro, caliente, y besó mi sexo mojado, sediento, ardiente…